Eres feliz, Adán mío,
y comprendo esa dicha
al ver un perro saltando
encima de la cocina.
Has encontrado un chef
para hacer ensaladas
con perejil y tomillo,
aguardiente y ginebra.
lechugas tiernas y lisas,
unos tomates picantes,
pimientos dulces y tristes.
¡Qué feliz, tú, Adán mío,
y yo... la Eva que busca
las horas de los felices!
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