Fuiste a Roma a pedir
perdón al Papa Francisco
por ser un poco ladrón,
empresario y nudista.
El papa no entendía
que pecaras siendo listo
y no te dio penitencia
porque te veía triste.
Anímate, Adán querido,
piensa que eres riquísimo;
un hombre con inversiones
en panamá y en Suiza.
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