Los amores de Adán y Eva

Salgo a pasear y te encuentro

buscándome como el lobo

buscaba a Caperucita

cuando moría de hambre.

Te dejo con la sonrisa

de un peludo cuatro patas

y sigo con mis paseos

entre los escaparates

donde se anuncian tus copias

en las mejores rebajas.

Adán mío, no eres único

en mi postre ni en mi casa

desde que encontré comidas

con el chef más de mi parte.

Te soy infiel y me eres

infiel comiendo manzanas

en los árboles declarados

troncos libres del pecado.

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Los amores de Adán y Eva

Hoy te he visto, Adán mío,

tan feliz como solías

cuando tu Eva cocía

juntas tus dos zapatillas.

Rodeado por los peces

que nadan en tus estanques

hablabas como un niño

le habla a los caimanes.

Escuchaban las orejas

de las merluzas más grandes

y unos grillos ponían

banda sonora en tu casa.

Casi bailo con la escoba

al oír tanta parranda,

pero detuve mis pies

para no ser otra esclava.