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El muso y la poeta



A veces te recuerdo, muso querido,
como un amor de Adán y Eva
llevado al oasis en paréntesis
y dejado, sufriente, en el desierto.

¿Te dije te quiero? No recuerdo,
pero dije y repito me diviertes
con tus dedos siempre acariciando
el latido de una rima perversa.

No sé cómo pude emborracharme
de ti en la copa del deseo.
Tal vez fue el azar de la ruleta
mareando a Cleopatra en su reino.

Pienso en ti y pienso que me piensa
pintando las palabras de mis versos
esos días en que cual filósofo
meditas sobre amor y me encuentras.

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Amantes

​Sabes que quiero un hijo
con tu cara y con mis manos,
un hombrecito pequeño
agarrado a mi falda.

Yo le haría volar
altos vuelos sin paraguas
para ver tu admiración
al hijo de mis entrañas.

¿Te asustas, amor mío?
Yo no me asusto nada
soñando el sueño intenso
de un hijo con tu cara.

¿Sabes que lo estoy queriendo?
¿Sabes que lo estoy soñando?
Sí, seguro que lo sabes
porque siempre he sido madre.

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