En el jardín de mi casa
a él lo conocí yo.
Venía con las tijeras
de podar y un colchón
para dormir una siesta
cuando el sol se ocultó.
Podó los naranjos verdes,
los limoneros corto,
dejó sin ramas al ciruelo,
el rosal quedó sin flor,
un almendro que había
al acero se rindió,
el peral quedó sin peras,
el manzano se acabó,
un cerezo no aguantó
cuando su rama más grande
se vino al suelo y lloró.
El jardinero me dijo:
esto es lo que hago yo
y me entregó su tijera
para celebrar la unión
de la dueña de la finca
con su arte campeón.
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