Adán mío, estoy temblando
con el frío y los temores
de ser yo la mala madre
indigna de una prole.
Estos hijos son horribles
en modales y discursos.
Uno habla de política,
otro habla de amapolas,
el tercero no pronuncia
el nombre de su segundo,
hay un quinto como un piso
que nunca tuvo ascensores,
del sexto ya no te hablo
porque es veneno puro.
No sigo con los siguientes
kamikaces muy glotones.
¿Qué hice yo, Adán mío?
¿Por qué tengo esta prole
en el feliz paraíso
de manzanas siempre rojas?
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