Te espero, Adán mío,
asomada a una ventana
del palacio que heredaste
de tu viejo guardaespaldas.
¿Por qué vienes, Adán mío,
andando tú tan despacio?
¿No sabes que yo ansío
tocarte con estas manos?
Te espero, Adán mío,
ardiendo en mi enfado
porque más corre el reloj
que corren hoy tus zapatos.
¿Por qué no llegas aún
a nuestro bello palacio?
Yo te espero, Adán mío,
pensando en abandonarte.
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¿Por qué unas personas encuentran un amor estable y otras personas no? A partir de esta pregunta José Carlos Llop desarrolla su exitosa novela www.nocreasnada.com |
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