Te he dicho que quería
un palacio y un príncipe.
Ahora quiero decirte
que también quiero un castillo.
Rodeada de murallas
seré una mujer distinta:
más segura cuando lloro,
más guapa cuando me rio
de todos los cocodrilos.
Voy a la guerra cantando
y tú quedas en la misa
rezando por una esclava
que tomará la Bastilla.
No seré María Antonieta,
educada y tan sumisa
a las costumbres del moño
y el vestido con corpiño.
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