Bebía tónica con ginebra
al lado de la rubia de ojos claros.
Tenía tatuada una cara
que luego descubrí en su espalda.
Amor de madre, me dijo, sonriente,
dando un beso a la piel del brazo.
Casi quise ser en ese momento
la madre que ponía su rostro ajado.
Lo dejé al lado de Mónica,
hablando de goles al Picos Pardos.
Regresé sin olvidar su nombre
a la casa donde lo llamábamos
el vecinito del pantalón a rayas.
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La noche es hermosa. Has vestido tu cuerpo serrano con la lencería erótica Noche de Picos Pardos y ¡sales a triunfar! ¿Qué príncipe caerá... tiendamarbella.blogspot.com |
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