He llegado a tu cueva
y estabas cocinando
unos macarrones tristes
con un aceite amargo.
El pan era tan barato
que daba pena en la salsa.
Había vino de moras.
El agua era de charco.
¿Tan pobre te habías vuelto?
No te pregunté la causa.
Saqué de mi bolso euros
y sembré toda la estancia
de billetes de quinientos
ante tus gritos de espanto.
Adán mío, no me grites
cuando reparto contigo
la fortuna de Dios Padre.
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Se acabó lo de llevar las bebidas calientes en el coche. Ahora tendrás los refrescos y el agua siempre fríos gracias a la nevera de coche con ahorro de energía que encontraste a precio tirado.Por cierto, ¿cuál era el link para ver el precio y comprar la neverita? sevende5.blogspot.com |
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