Noches de pecado

Volvía tu mano a posarse

en mi mano enguantada.

Volvías a caer en las sábanas

bordadas por todos los pecados.

Me sentí la Reina del tablero

con un jaque mate en mis labios

y sellé con carmín cada palmo

de tu cuerpo abierto al abrazo.

Dejé que descubrieras las montañas

sobre el valle que tanto admirabas,

soñé con tus manos recorriendo

el camino hasta la mañana.

Quedó la noche dormida

en el borde de la cama

con las estrellas colgando

sobre tu boca de amante.

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