Te eché los brazos al cuello
y quitaste el lazo del cuello
sabiendo que yo sabía
tus ganas de luna llena.
Bajé los brazos y puse
la meta bajo la mesa
con un pie que escalaba
tu pierna con cinco dedos.
El teléfono te puso
a la fiel a la oreja
mientras mi pie alcanzaba
la locura en tu cuerpo.
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