Fue una locura que compartimos
con el silencio de la luna llena,
el imposible y el no es posible
cruzaron dos líneas paralelas.
Desperté desnuda en tu cama.
Despertaste cuan abría la puerta
para marchar como una cenicienta
huye con un zapato menos.
Me pediste que regresara pronto
a la noche que siempre amanece
al borde de un desayuno doble
y te dije que pensaría en ello.
No volví a pisar las baldosas
del dormitorio azul turquesa.
No volviste a tener mi cuerpo
desde las doce hasta la primavera.
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