Lo dejé vestido de novio
en el altar del sí quiero
con un sí que aún bailaba
en sus labios de hombre tieso.
A su lado el padrino
no creía que no era
el testigo de la boda
entre un amigo de siempre
y una mujer de pueblo.
La madrina no sabía
si correr o estar quieta
a la sombra de un Cristo
colgado en un madero.
Corrí hasta olvidarme
del camino al juramento
de un amor clandestino
que me quemaba el cuerpo.
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http://evarecomienda.blogspot.com/
en el altar del sí quiero
con un sí que aún bailaba
en sus labios de hombre tieso.
A su lado el padrino
no creía que no era
el testigo de la boda
entre un amigo de siempre
y una mujer de pueblo.
La madrina no sabía
si correr o estar quieta
a la sombra de un Cristo
colgado en un madero.
Corrí hasta olvidarme
del camino al juramento
de un amor clandestino
que me quemaba el cuerpo.
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