Se abría el mundo como una fresa
y mis labios se teñían de carmín.
Subida a los tacones de mi cima
la vida era una novela por escribir.
Dejé los dedos libres en el teclado
golpeando con ecos los recuerdos.
Así olvidaba lo que fui un día,
y empezaba, poco a poco, a reconocerme.
Cerré el sobre con un beso rojo.
Corrí al buzón buscando cartero.
Regresé para apurar el nuevo pitillo
que había quedado quemando el fuego.
No pensé en ti, ni en él, ni en otro
porque el calzador no os metía
en mis nuevos zapatos de diva.
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http://diariodeunamissculta.blogspot.com/
y mis labios se teñían de carmín.
Subida a los tacones de mi cima
la vida era una novela por escribir.
Dejé los dedos libres en el teclado
golpeando con ecos los recuerdos.
Así olvidaba lo que fui un día,
y empezaba, poco a poco, a reconocerme.
Cerré el sobre con un beso rojo.
Corrí al buzón buscando cartero.
Regresé para apurar el nuevo pitillo
que había quedado quemando el fuego.
No pensé en ti, ni en él, ni en otro
porque el calzador no os metía
en mis nuevos zapatos de diva.
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