Clavamos un corazón
con tu nombre y el mío
en la madera del árbol
sombra de nuestro cobijo.
Era cierto: me querías.
Desclavé el yo te amo
del tronco y te lo dije.
Contestaste yo también.
Era cierto: me querías.
Cada tarde nuestro árbol
era pancarta y testigo
de una sesión de besos
entre caricia y caricia.
28-7-2012
XIADA
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