Te equivocas llamando
a la puerta prohibida.
Aquí los besos se pagan
y las sábanas se miden
en una cifra que suma
más euros que un subsidio.
Así habló al otro lado
la voz joven de la chica
y el parado aburrido
se quedó fuera del hilo.
Encendió otro pitillo
para matar tanta prisa
por saltar de nada a todo.
Para él seguía frío
el teléfono que ardía.
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