Nos vamos de procesiones
y no entendemos nada.
Tú te agarras a la Virgen.
Yo sujeto una tabla.
Acariciando a María
descubres que es de palo
y lloras como un niño
cuando no ve a su madre.
Intento darte un beso
para que vayas cayando,
pero acabo besando
a un Judas bien cincelado.
¿Qué hacemos, Adán mío,
en Sevilla entre santos?
Marchemos al paraíso
aunque tenga dos candados.
Yo quiero los palos vivos
y tú quieres a tu Madre,
esa gran Naturaleza
que te acuna con cantos.
-----------------------